Sabor sin sal, ¿es posible?

Los españoles consumimos el doble de sal que lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud. Comer sin sal se asocia, muchas veces, a comida sosa y sin sabor. ¿Es realmente así? Analizamos el consumo de este condimento y sus posibles alternativas.

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Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), los españoles consumimos, de media, 9,7 gramos de sal al día, casi el doble de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ésta, establece el consumo diario de sal en 5 gramos, lo que equivale a una cucharadita de café o a 2 gramos de sodio al día.

Lo cierto es que, por costumbre, casi nadie controla la sal que incorpora a los alimentos, condimentamos un poco ‘a ojo’ y tampoco solemos valorar la proporción de sal que se encuentra en embutidos, platos congelados, salsas y aperitivos, que representan el 72% del sodio que ingerimos.

El gran problema radica en que un consumo excesivo de sal está asociado con el aumento de la presión sanguínea y, por consiguiente, de las enfermedades cardiovasculares. Conociendo que el 45% de los infartos de miocardio y el 50% de los ictus están relacionados con la hipertensión arterial, resulta más que importante actuar de forma preventiva evaluando las diferentes actitudes que podemos asumir de cara a reducir o adecuar el consumo de sal.

• Controlar la cantidad de sal que utilizamos en las comidas caseras. Podemos hacerlo poniendo solo la justa medida de sal en una cucharita e intentando no utilizar más durante todo el día.

• Examinar a conciencia la composición de los alimentos que compramos, intentando comparar y elegir el que mejor se ajuste a nuestras necesidades. Para calcular la cantidad de sal tenemos que multiplicar los gramos de sodio por 2,5, el resultado será los gramos de sal.

• Si tenemos alguna patología que requiera disminuir el consumo de sal, podemos realizar un plan de alimentación hiposódico, lo que supone retirar la sal del salero y reducir en forma significativa los distintos alimentos, que bien por naturaleza o por su procesado, poseen sal.


Trucos para disminuir su uso

 Hierbas aromáticas y otros condimentos: dale rienda suelta a tu imaginación y prueba a aderezar tus platos con hierbas provenzales, especias o condimentos tipo curry, cúrcuma o jengibre, por ejemplo. Las posibilidades son infinitas y puede que te sorprenda su resultado. Además, en el súper encontrarás sazonadores con diferentes mezclas (Méjico, Italia, Oriente, etc.) ideales para platos concretos.

 Limón y vinagre: su punto ácido le da un toque diferente a los platos, sin pasarnos con la sal.

•  Cocina al vapor: como los alimentos cocidos al vapor no entran en contacto con ningún otro elemento, su contenido natural de sodio se conserva mucho mejor.

•  Déjalo para mañana: dejar reposar guisos y potajes de un día para otro hace que se concentren los sabores sin necesidad de recurrir a la sal.

•  Alimentos frescos bajos en sal: fruta, verdura, legumbres, carnes y pescados frescos, los productos de temporada, sobre todo si se trata de frescos, no suelen contener apenas sal y son una buena opción para incluir en tu menú, tanto en crudo como cocinados.

Reorganizar hábitos alimentarios y culinarios para que el aporte de sodio sea de bajo a moderado, junto con una selección de alimentos saludables, el mantenimiento de un peso acorde a edad, talla y actividad se vincula con una disminución de la incidencia de hipertensión.